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Todos los sabios del reino fueron llevados ante el rey, pero ninguno de ellos pudo leer la escritura ni decir al rey su significado. Eso preocupó mucho al rey Belsasar, quien se puso pálido mientras sus príncipes no sabían qué hacer. 10 Pero la reina, que al oír las palabras del rey y de sus príncipes había entrado al salón del banquete, dijo:

«¡Que Su Majestad viva para siempre! No se preocupe Su Majestad con esos pensamientos que tiene, ni se ponga pálido.

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